Hace algunos años, un padre y su hijo viajaban en un pequeño bote. De repente, el cielo se oscureció y una tormenta se levantó en el mar. El niño, asustado, abrazó fuerte a su papá y le preguntó: “¿No tienes miedo?” El padre respondió : “No, hijo, porque yo conozco el mar, sé cómo manejar el timón, y lo más importante, estoy contigo”. El niño se calmó, no porque la tormenta desapareciera, sino porque confiaba en quien lo guiaba.
Nuestra vida muchas veces enfrenta tormentas: problemas, enfermedades, incertidumbres. Nos sentimos como ese niño, con miedo de lo que pueda suceder. Sin embargo, cuando recordemos quién está en el timón de nuestra vida, podemos descansar.
La Palabra dice en *Isaías 41:10:* “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
La promesa de Dios no es que no habrá tormentas, sino que en medio de ellas, Él estará a nuestro lado. La fe no elimina las dificultades, pero sí cambia nuestra mirada: en vez de ver la fuerza del viento, vemos la fidelidad de nuestro Padre.
Hoy quiero invitarte a soltar tus miedos y a descansar en la certeza de que no estás solo. El Dios que creó el mar y calma las olas es el mismo que sostiene tu vida. Confía en Él, porque en tus manos siempre estás seguro.
