Un joven viajero debía cruzar un río caudaloso. Había dos opciones: intentar atravesarlo nadando, arriesgando su vida, o confiar en un puente colgante que se veía frágil, pero estaba firmemente sostenido por cables de acero. Dudó un momento, pero finalmente decidió caminar por el puente, y así llegó sano y salvo al otro lado.
Muchas veces, nuestra vida se parece a ese momento de decisión. Queremos resolver las cosas a nuestra manera, nadando contra la corriente de los problemas, y nos agotamos. Pero Dios nos ofrece un “puente seguro” que es su presencia.
su Palabra Dice en *Proverbios 3:5-6* : “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”
Confiar en Dios no significa que el río desaparezca, sino que tenemos un camino firme para atravesarlo. Él sabe lo que viene al otro lado, conoce nuestras luchas y tiene cuidado de nosotros.
Hoy te invitamos a dejar de luchar en tus propias fuerzas y empezar a confiar en ese puente seguro que es el Señor. Si das tus pasos con fe, verás cómo Él te sostiene y te guía hacia un futuro de paz.
